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ISSN 1989-4163

NUMERO 68 - DICIEMBRE 2015

El hombre Lobo era una Mujer con Pelos

Carmelo Arribas

 

 “El  hombre es un lobo para el hombre”, que diría en el S.III a.C, el comediógrafo latino Plauto,  pero quizás se equivocó de género, porque el hombre lobo español, fue una mujer con barba . El mito de un hombre que debido a la influencia de la luna, o cualquier otra razón,  pasa de ser una persona agradable, o simplemente normal, a un monstruo que asesina sin piedad, ha sido tan verdadero, que  lleva siglos en la mente y en la realidad de la sociedad, hasta llegar al diván del psiquiatra. La licantropía clínica es un síndrome psiquiátrico que provoca una alucinación en la persona afectada, que la hace creer que es o puede transformarse en un animal. Es evidente que este extraño nombre tiene su origen etimológico en las palabras griegas “lykos, lobo, y ántropos, hombre”. Y este origen a su vez, nos retrotrae a la leyenda que nos cuenta, que Lycaón, que era rey de Arcadia, en Grecia, hombre culto y sabio, sacrificaba seres humanos a los dioses y mataba a los forasteros que venían a su reino, solicitando ayuda. Zeus quiso comprobar si esto era verdad, por lo que se vistió de mendigo y fue a Arcadia. Lycaón quiso matarlo, pero tras enterarse de que aquel mendigo era en realidad Zeus, le ofreció un banquete, y quiso darle carne de niño, ya que si los sacrificaba en honor a los dioses, era lógico que se los sirviera. Pero a Zeus le repugnó la ofrenda y lo maldijo,  desde entonces, él y sus descendientes se convertirían  en lobos, cuando comieran carne humana. Pero la existencia de este trastorno siquiátrico que convierte a los seres humanos, en fieras asesinas, se puede rastrear a través de las citas que nos han llegado de los autores clásicos. Plinio el Viejo, nos cita en su Historia Natural, el caso de un hombre, que tras nadar en un lago en Arcadia, “dió como resultado su transformación en un lobo, y vagó en esta forma durante nueve años. Entonces, si durante este tiempo él no atacaba a ningún ser humano, tendría la libertad de nadar de regreso y volver a su forma original”. Heródoto  habla  de la tribu de los Neuri, al noroeste de Escitia, que se transformaban anualmente en lobo. Y podríamos seguir con Virgilio o con Cayo Petronio, del S.I d.C. que en el  Satyricon, incluye a un personaje que cuenta una historia en la que un hombre  se convierte en lobo.

Estas historias siguen en la Edad Media. Diversas narraciones cuentan, que  caminantes que tenían que pasar por los bosques eran atacados por manadas de lobos, o bien por bandidos solitarios, que para producir mayor terror, o simplemente para vestirse, podrían estar cubiertos por pieles,  los supervivientes de estos ataques podrían fabular, por la violencia de estos ataques, de  la presencia de hombres lobo ocultos en los bosques
Pero no sólo fue la “hombre lobo”, española, la única mujer. “Según las creencias armenias, hay mujeres que a consecuencia de sus pecados mortales están condenadas a pasar siete años bajo la forma de un lobo. Un espíritu llega a tales mujeres y les da la piel de lobo. Éste les ordena ponérsela, y tan pronto como lo hacen aparecen marcas de lobo en su mano derecha. Una vez que su naturaleza es conquistada, se come a sus propios hijos, uno por uno, después devora a los hijos de sus parientes de acuerdo a la cercanía genealógica, y finalmente ataca a los niños ajenos a su familia. Pasa a vagar entonces solamente durante la noche, y las cerraduras y puertas se abren en su aproximación. Cuando está cerca la mañana, vuelve a su forma humana y se quita la piel de lobo. En estos casos la transformación es involuntaria. Pero junto a esta creencia sobre metamorfosis involuntaria, se encuentran las creencias de que los seres humanos pueden transmutar en animales a voluntad y después reasumir su forma original.”.

Los trastornos psiquiátricos de asesinos en serie y canibalismo, pueden rastrearse a través de la Historia por los juicios o persecuciones contra estos individuos, que asesinaban  de modo compulsivo, y posteriormente se comían a sus víctimas.  En Francia,  en el S. XVI, hay varios  a los que se les acusa, que mediante brujería se convierten en hombres lobo y matan sin piedad a sus víctimas  a las que luego devoran. Sin embargo como contraste a esta ferocidad que se les atribuye a los hombres, las mujeres-lobo son consideradas, tímidas e inofensivas.

Pero, esta imagen, terrible, del lobo, va cambiando, no se sabe exactamente por qué, y el reflejo de este cambio se puede encontrar en el relato en las “Florecillas de S. Francisco”,  que narra cómo S. Francisco de Asís  amansa al “hermano lobo”, que asolaba y tenía aterrados a los habitantes de Gubbio. E incluso acaban convirtiéndose en defensores de la fe y los lugares sagrados.  “ Los lobos mandados por Dios despedazaron a los ladrones sacrílegos del ejército de Francesco María, duque de Urbino, quien había llegado para saquear el tesoro de la Santa Casa de Loreto.”
“ Un lobo vigiló y defendió a San Edmundo Mártir, rey de Inglaterra ante las bestias salvajes.”

San Odo, Abad de Cluny, asolado por una manada de zorros, fue liberado y escoltado por un lobo  ”

Pero no son los únicos relatos, las Historias sobre los hombres lobo, se pueden encontrar en las leyendas de todos los países  como  la que cuenta, que San Patricio el patrón de Irlanda, transformó a Vereticus, rey de Gales, en lobo.

Demos por válido el mito del hombre-lobo, pero, ¿por qué una bala de plata puede ser la única manera de acabar con él? En este caso el motivo está documentado. En el actual Departamento de Lozère, al sur de Francia, en el siglo XVIII, un enorme lobo atacaba a personas y ganado, y fue abatido con una bala de plata, de esta manera, este hecho se convirtió en el método mítico, infalible, para acabar con el hombre transformado en fiera.
EL HOMBRE LOBO GALLEGO , QUE ERA UNA MUJER.

Quizás el hombre lobo más famoso español fue Manuela Romasanta inscrita como mujer en la partida de nacimiento, en 1809, aunque ocho años más tarde, un registro parroquial,  lo confirmaba como Manuel y así siguió con su personalidad masculina, el resto de su vida. Toda España siguió con expectación el juicio de aquel hombre-lobo,  tanto, que fue financiado generosamente por la misma reina Isabel II. Finalmente, el sacauntos, (sacagrasas) se salvó del garrote vil y acabó con una pena de pena perpetua.

Pero este hombre, o que vivió como tal, era en realidad una hembra, nacida con un extraño síndrome de intersexualidad.

 Al nacer, sus padres no tuvieron muy claro el sexo del bebé. Con el tiempo, prefirieron considerar que aquello era un micropene, pero probablemente era un clítoris muy desarrollado.

Con uno cuarenta de estatura, era una persona de aspecto agradable, y muy apreciado sobre todo por las mujeres. Con apariencia de hombre llegó a casarse, pero al cabo de un año enviudó, es posible, que esta mujer fuera su primera víctima. Luego este aparente carácter bondadoso le permitiría enamorar a otras vecinas, madres solteras o separadas de Rebordechao (Vilar de Barrio) y Castro de Laza. En el juicio confesó haberlas matado a todas, juntamente con sus hijos. Fueron nueve las víctimas  por las que se le condenó a muerte, pero se le atribuyeron  hasta 17.

Aunque tenía sexo de mujer, el pseudohermafroditismo, hacía que segregara una gran cantidad de hormonas masculinas que le hacían tener aspecto de varón. Esto provocaba que,  de repente, tuviera episodios de gran agresividad, que lo convertían en ese “lobo”, que asesinaba a sus víctimas, cambiándole  ese carácter amable habitual, por la fiera que lo llevaría al penal de Ceuta donde murió de cáncer de estómago. Sin embargo no dudaba en vender a farmacéuticos portugueses la grasa que obtenía cociendo a sus víctimas. Esta era considerada como un remedio para tratar la epilepsia y hasta la alopecia. Cuando fue detenido,  la defensa se basó en que el acusado sufría un maleficio y que cuando era poseído, mataba y devoraba a sus presas en compañía de otros lobos. La opinión pública seguía con desmesurado interés tal juicio, en el que hubo toda clase de elementos que lo hacían semejante a alguno de esos programas del corazón que tanto se siguen a través de la televisión, incluso contó con la presencia de  un hipnólogo francés que se denominó, a sí mismo, doctor Philips y que convenció  a la reina Isabel, que seguía con gran interés el caso,de que el reo era un licántropo, lo que explicaría el por qué  aquel sastre, entrañable y querido por todas sus vecinas y que enamoraba a las mujeres con facilidad, quizás porque él mismo lo era, de repente asesinaba y devoraba a sus víctimas y hasta comerciaba con la grasa y vísceras que les extraía.

Este psicópata, cuya vida ha sido llevada varias veces al cine, concitó todo el interés de su época, lo que quizás este hubiera sido todavía, mayor si además hubieran descubierto, que aquel hombre lobo,en realidad, era una mujer.

 

 

Lobo

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